Extracto del medio de comunicación
Japón, paisaje del alma de Rudyard Kipling e Inazo Nitobe
Japón. El paisaje del alma son en realidad dos textos diferentes escritos por dos grandes nombres de la literatura y la cultura en general: el Nobel británico Rudyard Kipling (autor del famoso El libro de la selva) y el escritor, diplomático e hijo de una familia samurái, Inazo Nitobe (autor de Bushido).
Así pues, Japón. El paisaje del alma habla de Japón desde dos perspectivas completamente diferentes: la de un occidental que llega a un Japón que justo acaba de abrirse al mundo, dejando su periodo más feudal atrás y trabajando sin descanso para modernizarse y ponerse al mismo nivel que las grandes potencias occidentales; y la de un japonés, hijo de un clan de samuráis, que nos describe el código de conducta de los samuráis que, para él, no está tan relacionado con el pasado feudal de Japón, sino con el código moral de los japoneses y que, por lo tanto, va más allá de una simple cuestión temporal.
Mientras que el primero es un texto personal y dinámico, una crónica de viaje al fin y al cabo, llena de sorpresas, preguntas, ironía y emoción, el segundo es un texto didáctico y reflexivo que casi parece responder, en ocasiones, a las dudas planteadas por el desconocimiento de Kipling. Un texto que nos permite entender las claves del pensamiento y la sensibilidad japonesas y ser capaces de analizar muchos conceptos desde otra perspectiva.
Occidente y Oriente se entrecruzan en la crónica de viaje de Kipling a tierras niponas y el código del samurái de Nitobe. Dos textos inspiradores que retratan el paisaje del alma y el misterio de Japón.
Escala en Japón, el texto de Kipling, es un extracto de los capítulos dedicados a Japón que podemos encontrar en las crónicas de viaje From Sea to Sea que el autor escribió para el diario hindú The Pioneer durante su escala a Japón y posterior viaje a Estados Unidos, en la primavera de 1889.
Como bien explican en el prólogo los traductores de la obra, a pesar de su juventud, los textos de Kipling muestran cierto toque paternalista hacia un país en reciente evolución; un país que deja atrás el bárbaro sistema feudal y se abre a la modernización; un país, por lo tanto, supuestamente menos desarrollado. Pero lo que sorprende, y por lo tanto, atrapa más de sus textos es que la otra cara de ese paternalismo hacia Japón no es el orgullo nacionalista británico u occidental, sino más bien todo lo contrario, pues Kipling es muy crítico con la sociedad moderna.
Atrapa especialmente ese toque de humor británico, de ironía y de reflexión al observar costumbres y cosas desconocidas o extrañas. A pesar de los años del escrito y del conocimiento que cada uno pueda tener, es fácil identificarse en ciertos momentos del relato.
El inglés es un animal maravilloso. Compra una docena de esas cosas, las coloca en lo alto de una vitrina repleta, donde parecen monigotes de marfil, y las olvida en una semana. Em cambio el japonés las esconde en un hermoso saco brocado o en una deliciosa caja esmaltada hasta que llegan tres buenos amigos a tomar el té. Entonces las saca lentamente, para que sean admiradas, entre risitas cómplices, mientras las tazas tintinean; luego vuelven a guardarse hasta que reaparezca el deseo de contemplarlas. Así es como se disfruta de eso que nosotros llamamos curiosidades.
Por otro lado, Bushido, el alma de Japón, fue escrito en inglés, detalle que nos indica claramente cuál era el objetivo de Nitobe: dar a conocer los valores tradicionales de la sociedad japonesa a los países occidentales. Durante el extenso texto, Nitobe detalle las claves para entender este código «no enunciado pero que ostenta la poderosísima sanción de la escritura verdadera, como una ley que hubiera sido grabada en las fibras del corazón».
Nitobe habla del bushido como sistema ético, de sus fuentes, de los conceptos de rectitud o justicia, del valor y el coraje, de la benevolencia, de la cortesía, de la veracidad y la verdad, del honor, de la lealtad, de la educación y la enseñanza, del autocontrol, del suicidio y el desagravio, de la espada o del papel de la mujer en el bushido para terminar hablando de la influencia del bushido y reflexionando sobre su situación en la época en la que escribió el texto y el futuro.
[El bushido] podrá desvanecerse como código moral autónomo, pero su poder sobre los hombres no perecerá. Sus escuelas de artes marciales o de protocolo podrán ser demolidas, pero su luz y su gloria sobrevivirán por mucho tiempo a sus propias ruinas.
La traducción corre a cargo de Marian Montesdeoca (Bushido, el alma de Japón) y Ulises Ramos (Escala en Japón), autores también del prólogo que nos ayuda a situarnos y a enfrentarnos a ambas lecturas. La calidad de la traducción es muy buena, aunque quizá hay un exceso de notas a pie de página, pues en algunos casos creo que sobran (cuando Kipling habla de un traje de tweed, por ejemplo… ¿realmente es necesaria esa nota?) o simplemente pueden inducir a error o hasta sonar a traducción directa del inglés (al inicio del texto de Nitobe, la nota a pie dice que la pronunciación de Bushido es ‘Boó-shee-doh‘, algo que estamos acostumbrados a ver en textos ingleses -porque a los ingleses les cuesta pronunciar los sonidos japoneses-, pero no en textos españoles y confunde más que otra cosa).
Finalmente, hay que destacar que el libro se acompaña de preciosas fotografías e ilustraciones de antaño que demuestran el cariño que ha puesto la editorial Círculo de Tiza en esta edición y que suman muchos puntos durante la lectura.