Extracto del medio de comunicación

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Sergio Fanjul: «En Facebook puedo escribir sobre lo que realmente importa: las pequeñas cosas»

El escritor ovetense recoge en su libro «La vida instantánea» las impresiones recopiladas en el muro de esta red social durante 2017

Sergio Fanjul

Sergio Fanjul (Oviedo, 1980) se mudó a Madrid para estudiar Astrofísica, pero el futuro tenía otros planes para él. Con un máster en Periodismo y seis libros bajo el brazo, actualmente la escritura es su sustento. Su último libro, La vida instantánea, muestra su visión personal de las pequeñas cosas, plasmadas durante el año 2017 en su muro de Facebook.

– ¿Qué fue primero, el proyecto del libro o la idea de escribir diariamente un post en Facebook?

– Pues primero fue el proyecto personal de escribir en Facebook con cierta consciencia de estar escribiendo algo que fuera más perdurable del post de usar y tirar, de tratar de utilizar el post para algo mejor que para los chistes de todos los días o la mera cosecha de likes cotidianos. Ya que soy adicto al Facebook, pensé, voy a sacar algo de provecho de mi adicción, cosa que no puedo hacer con otros vicios. Lo del libro no tardó en aparecer en mi cabeza, porque soy muy lector de diarios, libros fragmentarios, misceláneos, raros, como lo es este, que no se sabe lo que es.

– ¿Hasta qué punto es fácil la tarea de encontrar un tema o un pensamiento sobre el que escribir cada día?

-Tengo facilidad para encontrar temas para escribir, porque ya había hecho mucho músculo en blogs y, sobre todo, en la práctica cotidiana del periodismo, que es lo que me da de comer. Lo bueno es que en el Facebook en vez de escribir sobre temas de interés general o de actualidad puedo escribir sobre lo que realmente importa: las pequeñas cosas, las naderías que son la vida, el amor y la muerte. Además, vivir atento a las cosas que vas a contar es vivir más intensamente, estar más centrado en lo que ocurre dentro y fuera de uno, es vivir mejor. Hay un libro en el que Paco Umbral habla de la «escritura perpetua», ese escribir cotidiano, ese escribirlo todo. Esto tiene que ver con todo eso.

– ¿De qué habla La vida instantánea?

– Pues, como digo, de la vida que me rodea: del trabajo, de la gentrificación, de hacerse mayor, del amor, de ese espacio extraño que es la ciudad, de los bares, de lo barrios, de los viajes a otras ciudades, etc.

– ¿Fue sencillo ponerle nombre a tal compilación de pensamientos e impresiones? ¿Por qué ese título?

La verdad es que fue muy difícil: yo quería llamarlo El Estado, como si fuera un libro de Lenin, o algo así, pero que en realidad se refiriese al estado de Facebook. Que el título tuviera una gravedad muy fuerte que luego el libro no tiene, que fuese un chiste y un pequeño engaño. Pero precisamente por eso la editora no le dio el visto bueno, ahora creo que con acierto (aunque insistí varias veces). Luego no se nos ocurría nada potente… Hasta que salió La vida instantánea, que refleja muy bien esa vida contemporánea dentro y fuera de las redes sociales, esa vida sopa de sobre.

– En el libro aparecen los likes que has tenido cada una de tus publicaciones. ¿Se ha utilizado este recurso para alejarlo de la idea de ser simplemente un diario?

– Esa es una de las razones, claro, y para hacer evidente que está escrito en Facebook, hacer ver ese feedback constante, ese filtro popular. Nos planteamos incluso publicar los comentarios, aunque fueran algunos seleccionados, pero el libro ya se habría convertido en una locura.

– ¿Coinciden los textos de mayor éxito de tu muro con los que más satisfacción le ha producido escribir?

Ni por asomo. Los textos que más likes tienen suelen ir relacionados con asuntos de la actualidad del momento o con intimidades de uno mismo, que la gente es muy cotilla y uno muy exhibicionista. No existe una correlación entre mi interés o mi gusto por un texto y su repercusión. El tema de los likes es un misterio: puedes escribir algo que te guste mucho, que pienses que va a tener gran éxito, y luego a nadie le importa. O viceversa: poner una chorrada que lo pete.

– Actualmente Twitter e Instagram le han ganado terreno a Facebook. Son muchos los escritores que, a día de hoy, disfrutan de mostrar su opinión a través de Twitter. Sin embargo, tu cuenta se sustenta en su mayoría a base de retuits. ¿Es la limitación de caracteres un hándicap?

– Claro, yo necesito un poco más de espacio para contar mis cosas. Por lo demás, el Twitter no me gusta, es muy feo, tanto estética como éticamente.

– Cuatro de tus anteriores libros son poemarios. En uno de tus poemas, Alicia en el país de las redes sociales, abordas de una manera irónica la adicción a las redes sociales. Esta vez has sido tú quien se ha adentrado en este mundo para perseguir al conejo blanco.

– La adicción a las redes es un problema gordo que igual se acaba con las próximas generaciones, no porque dejen de usar el smartphone a todas horas, sino porque lo verán como algo natural. Por otro lado ahora ya están apareciendo restaurantes y hoteles donde no se puede usar el móvil, igual ese es el camino, y en el futuro usar el teléfono es una vulgaridad. A mí me molesta mucho que la gente que me rodea este siempre enganchada al móvil, y yo mismo, pero es casi inevitable. No sé si es mejor resistirse o dejarse fluir al modo taoísta.

– Hablando de la adicción a las redes. ¿Es este libro el resultado de las crónicas de un adicto a Facebook?

Me cuesta decirlo, pero creo que sí.

– Además de poemas, también escribes crónicas. ¿Qué fue antes el poeta o el cronista?

Pues el relatista. Yo empecé a escribir relatos, porque era lo que me gustaba leer, como a los 18 años. Luego gané algunos premios de poesía y me cambié a ese bando, donde publiqué cuatro libros. Lo del cronismo crónico me viene, como he dicho antes, de los blogs amateurs y de los periódicos profesionales.

– Tras un 2017 plagado de textos en tu muro de Facebook, ¿has seguido con este proyecto durante 2018 o has sentido la necesidad de darte un respiro?

Durante 2018 he bajado un poco el ritmo, si quisiera hacer otro libro igual yo creo que tendría que recopilar varios años…. Otra cosa curiosa es que debido a la promoción del libro, que es trabajosa, no he tenido tiempo ni espacio en FB para escribir. La paradoja: escribí tanto en FB que ahora no puedo materialmente escribir más. Pero pronto volveré.

– Este año has impartido un cursillo de escritura con Facebook como espacio de creación. ¿De qué modo crees que influyen las redes sociales en la literatura y la creación artística?

– Me pidieron que diese un curso en los Talleres Fuentetaja y se apuntaron ocho valientes. Yo no sabía qué era exactamente un post de FB, literariamente hablando, así que el curso consistió en una investigación colectiva (cosa que suena muy bien) sobre este asunto. Descubrimos que las caractrísticas del post es la inmediatez, la interacción, la posibilidad de serialidad. Y que en un post cabe casi todo: poesía, crónica, columna de opinión, diario, relato de viajes, cuentos de ficción, y etc. ¿Por qué no aprovechar ese espacio?