La buena vida
El que se mueve siempre a pie, alza la cabeza y comprende el orden natural de las cosas, y acepta su vulnerabilidad, su finitud, la fragilidad de todo esto. El que medita labrando la tierra y lleva a casa lo que siembra, y come todos los días con los suyos, comparte el pan, que nutre y protege. La que camina y corta una ramita de hinojo en una cuneta, y el olor le trae una nostalgia de paraíso perdido. El que renuncia a las ambiciones, a la desmesura, el que limita los deseos, y está satisfecho con lo que es necesario, con lo suficiente, que es la verdadera medida de toda riqueza.
- ¿Qué es la buena vida? -pregunta Anatxu Zabalbeascoa a Santiago Beruete en ‘Gente que cuenta’.
- «No hay receta universal. No hay felicidad de garrafón. Cada uno tiene que desarrollar su propia fórmula. Para mí tiene que ver con un viaje hacia adentro. Con reconocer quién es uno», dice Beruete.
La que escribe bajo la sombra de un árbol y recuerda el verso de Auden: «Una sociedad no es mejor que sus bosques». Los que son tan humildes que se emboscan, dejan la ciudad porque saben que van a vivir solo una vez y quieren tiempo libre, tiempo de vida. Los que plantan árboles algunos días a la semana. Los que se abrazan a ellos. Los que te saludan por los caminos sin conocerte. Los justos. Los que saben ya de qué va la buena vida.
«Hemos ido a San Isidro para regar el árbol, que es el y no un, lleva un artículo determinado en lugar de indeterminado porque lo plantó mi abuelo en una orilla del camino y es él quien lo cuida. Es un almendro. Cada semana coge el cochecillo, un biplaza azul que hace mucho ruido, y lleva sintonizada Radio Olé. Así es como lo llama y como lo llamamos, el cochecillo, y con él se va a regar el almendro o a podarlo o a apañarle el arriate que le ha hecho con botellas de plástico y piedras», escribe Ana Iris Simón en ‘Feria’.
Puedes conseguir ‘Gente que cuenta’, ‘Feria’ y otros libros en este enlace: