«Stalin, Madame»
La noche que murió Lady Di no pudieron localizar a Chirac. El consejero Pierre-Alain Muet, encargado de darle la trágica noticia al entonces presidente francés, no lo encontró en El Elíseo ni en su domicilio particular, donde su mujer Bernadette tampoco sabía dónde encontrarlo. Sus biógrafos aseguran que estaba en la casa de la actriz italiana Claudia Cardinale, con la que tenía un romance, siguiendo así la estela de amoríos de otros presidentes como Miterrand, que dividía sus noches entre el domicilio familiar en el Barrio Latino, donde residía su esposa, y un palacete del quai Branly donde instaló a su segunda familia, Anne Pingeot y su hija Mazarine.
“El Elíseo es hoy sinónimo del poder ejecutivo francés como La Casa Blanca lo es de EE.UU. Como Downing Street del gobierno británico o La Moncloa del español. Un lugar incómodo para trabajar, se quejan los funcionarios, poco práctico si se compara con la cancillería de Berlín, pero lleno de glamur. E Historias. El Elíseo arrastra como una maldición el desamor de casi todos sus ocupantes, de los que solo la mitad llegaron al término de su mandato. Se sienten encarcelados en una residencia que ha ido tragando los edificios vecinos hasta convertirse en un laberinto de 365 habitaciones; 90, en el sótano. Aquí se afanan unos 350 de los 822 empleados de la presidencia francesa”, escribe Iñaki Gil en nuestro último libro publicado hace un mes: ‘Arde París’, que ya va por la segunda edición.
Entre las recepciones legendarias que ha acogido El Elíseo a lo largo de su historia destacan las que organizaba el general De Gaulle, como esa que le brindó en 1961 al entonces presidente americano John F. Kennedy y a su mujer Jackie. La Primera Dama estadounidense sorprendió al mandatario francés con sus conocimientos históricos del país galo y preguntó a De Gaulle qué lider de los muchos que él había conocido tenía mayor sentido del humor. «Stalin, Madame», respondió, imperturbable.
«En junio de 1963, John Fitzgerald Kennedy viajaba a Inglaterra y era objeto de una cena oficial por parte del primer ministro. La esposa de éste escribió a la primera dama para conocer los gustos del hombre más poderoso del mundo. «Cualquier cosa que usted prepararía para una cena cotidiana entre semana. Sus gustos son extremadamente normales. Comida simple, comida infantil, buena comida. Le gusta todo», fue la respuesta de Jackie Kennedy», recuerdan Rodrigo Varona y Javier Márquez en su libro ‘Fuera de carta’.
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