Los finales

27 septiembre 2025

«Me hubiese gustado mucho que las cosas fuesen de otro modo. Cuídese, G».

Así acababa el email que la artista Sophie Calle recibió un día de su pareja, con el que ponía fin a su historia de amor.

Ella cogió el correo y se lo envió a ciento siete mujeres (astrólogas, poetas, criminólogas, dramaturgas…) para que lo interpretaran y descodificaran ese final.

Los finales, también los literarios, siempre generan desconcierto, mucha incertidumbre. En una carta de 1936, Scott Fitzgerald le dice a un amigo que cuando Hemingway estaba escribiendo «Adiós a las armas» tenía dudas sobre el final y le pidió consejo a media docena de personas. «Trabajé como un loco en la cuestión hasta que llegué a convencerlo de una filosofía completamente opuesta a todo lo que él pensaba que debía ser un final. A la vez, más adelante, él terminó convenciéndome a mí de que así tenía que terminar «Suave es la noche»: con una extinción gradual antes que con un stacatto», asegura el autor de «El gran Gatsby.

«La discusión de Fitzgerald sobre los finales me lleva a pensar en cuáles eran esos otros modos más tradicionales de considerar el cierre de un relato y cómo se fueron decantando en la historia literaria, quizás porque venían de otras formas, como la anécdota oral o como el teatro. Ya Aristóteles prescribía su único, terrible final para la tragedia. Al héroe trágico no lo espera necesariamente la muerte pero sí el desastre, la caída en la fortuna, la ruina o al menos lo que él vive como tal. La novela, por supuesto, también puede contar una caída pero, cómo se escribe ese final y qué hacen los novelistas con él es otra cosa», asegura Betina González en «La obligación de ser genial».

El escritor Geoff Dyer dedica todo un libro a reflexionar sobre los finales de escritores, pintores, músicos o deportistas. Asegura que nos pirra la idea del fin, de lo último. Las últimas cuatro estaciones de Richard Strauss. El último vuelo del Concorde. El último Mohicano. El último septiembre de Elizabeth Bowen. «El último magnate», la novela inacabada de Scott Fitzgerald, que luego fue adaptada al cine y se convirtió en la última película dirigida por Elia Kazan.

«He escrito «Fin». ¿Cómo puedo estar seguro de que he terminado? Buena pregunta. ¿Has expuesto todas tus ideas y atado todos los cabos sueltos? ¿Has puesto los puntos sobre todas las ies? ¿Están numeradas las páginas? ¿Has dejado espacio en el margen para que resulte fácil hacer correcciones? ¡No habrás amontonado los párrafos: no se trata de ahorrar papel, estamos en una era electrónica!», asegura Fay Weldon en «¿Por qué nadie publica mi novela?

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