Balance
He hecho balance y me he venido abajo. Mi mayor logro de 2023 ha sido conseguir que no me quitaran mi sololoewe en el aeropuerto. Es una colonia muy golosa y los de seguridad le echan rápido el ojo y luego la zarpa. ¡Los entiendo! Seguro que es porque sospechan que voy a pulverizar un poco en la cabina y desviar el avión a Manila. Al ritmo de incautación que va la cosa se calcula que para 2025 embarcaremos desnudos y ligeros de equipaje por la puerta D32. Pero lo importante es viajar, no parar de viajar nunca, y no dejar que nuestro feed de Instagram se resienta. Por cierto, si tenéis pensado venir por el sur, que está al norte del Sáhara, traeros vapor de agua para hacer nubes: se prodigan poco, como los eclipses, los cometas y los buenos políticos. El cielo está siempre azul como en el Egeo y es una invitación perenne al pecado, a la indolencia, a la pereza y al garbeo, a poner a prueba la fidelidad, quien todavía la tenga, y el nivel de alcohol en sangre, a no inquietar a nadie con tus desapariciones (¡seguro que está en el bar con John Cheever!), y a llevar un exhaustivo censo mental de terrazas al sol y tías buenas.
«¿Te consideras una tía buena?
No.
Elisa era editora y tenía cuando quedé con ella para hablarle de este libro treinta y pocos años. Mi sensación es que llevo ligando con Elisa desde 2008, cuando la conocí. La cité para tomar algo, entre otros motivos, por pasear al perro que tiernamente te araña las puertas del corazón para que le saques a la calle. Una vez nos besamos.
Hace ocho años que nos besamos, le recordé.
¿Y eso es mucho o poco?, preguntó.
Muchísimo, tía, muchísimo», escribe Alberto Olmos en «Tía buena. Una investigación filosófica».
Regálalo en estos Reyes pinchando aquí: