Manuscritos
Cuando todavía no sabía lo que era el amor, me carteaba con una francesa. Venía los veranos a casa de los abuelos en la calle de atrás y me lanzaba por la ventana papelitos muy comprometidos, complicados de gestionar para un adolescente con menos futuro que Ciudadanos. «Te quiero», me decía la tía, y yo le decía que para qué me quería, que si era para sacarme del pueblo que se olvidara, porque yo estaba aquí muy bien, con este azul mediterráneo y este sol que no me falta nunca en el cielo, adonde irá los buenos y los hijos de Putin, los Trump y los Epictetos, el vecino Guardia Civil que está siempre mosqueado -ojalá lo lea- y el que silba cada vez que sale de casa, no vaya a ser que se olvide de él algún vecino.
«Alguna vez un ligue me ha mandado notas escritas en una preciosa letra cursiva (como debe ser) con algún regalito dentro. Una vez fue un cristal sanador, después de haberle dicho que no tenía ni idea de esas cosas. O postales con ingeniosos comentarios. Pero eso de estar revisando el correo y encontrarte algo escrito en una letra que reconozcas es una experiencia bastante poco habitual», escribe Hannah Jane Parkinson en «La alegría de las pequeñas cosas», el nuevo libro que publicaremos en septiembre.
Cuando la republicana volvía a Francia, me dolía en la boca del estómago. «Eso es amor», me decían los Ovidios de la calle, que están ahora casi todos divorciados. Como en el aire empecé a oler fuerte a sufrimiento, urdí un plan de esos de los que se hacían antes de que existiera la ética de Aristóteles: me ennovié con una de Málaga que iba para médico, por darme seguridad. Nos escribíamos cartas y nos veíamos en la feria, y ella decía que me parecía a Keanu Reeves en «Mujercitas». ¡Ay, si me viera ahora!
«Ya nunca recibo nada interesante en el buzón. Nada me provoca ya ese entretenimiento interior que me despertaba la tinta. Solo facturas (a pesar de que pedí hace mucho que me las mandaran exclusivamente por correo electrónico), y ya no mías, sino también del inquilino anterior y de los que hubo antes de él. ¡Menuda suerte!», continúa Parkinson.
A partir de septiembre, consigue «Las alegrías de las pequeñas cosas». Mientras, puedes echarle un vistazo a nuestro catálogo y llevarte una bolsa de regalo por cada libro adquirido: