Extracto del medio de comunicación
Viajes para perder el rumbo
Frédéric Mialhe: Alameda de Paula, isla de Cuba pintoresca, 1839. Una isla, tres continentes
El verano siempre ha sido fecha de viajes y de aventuras, tiempo para salir del hogar y respirar aires renovados. Por ello, desde El Cultural proponemos una lista de libros que recogen las mejores crónicas de viajes y exploraciones registradas a lo largo y ancho del globo, para aquellos que prefieren vivir la aventura desde la comodidad de su casa.
Si hay un lugar que todavía contenga en su nombre el regusto de los grandes viajes de la antiguedad es África, un continente con grandes zonas todavía inexploradas y en buena medida salvajes. Una manera un tanto excéntrica de recorrerlo es al modo del corresponsal polaco Kazimierz Nowak en A pie y en bicicleta por el continente negro (Ediciones del viento), la crónica de sus andanzas por varios países africanos entre 1931 y 1936. Varias décadas antes, el explorador y militar portugués Alexandre de Serpa Pinto recorrió la ruta inversa al gran Livingstone (los ríos Zairey Zambeze con las cataratas Victoria, el desierto del Kalahari…) llegando tras 18 meses a Pretoria y culminando, como relata en Cómo yo atravesé África (Ediciones del viento), una de las grandes epopeyas de la exploración africana. Sin embargo África tiene una cara oscura. La que vivió André Gide en 1925 durante su Viaje al Congo(Península), donde criticaba duramente la política colonial del Elíseo. Pero también la que sigue presente hoy en día, como denuncia el corresponsal Alberto Rojas en África. La vida desnuda (Debate).
Aunque no solo a África se circunscribe el adejtivo de desconocido. Incluso en regiones muy presentes en la Historia podemos hallar barreras culturales que las opacan, como demuestra Conocer Irán(Fórcola), donde Patricia Almarcegui relata sus viajes a la antigua Persia entre 2005 y 2017. En cada visita, los iraníes le han mostrado un país diferente. Los cambios a nivel político, social y cultural en estos años han sido enormes. Irán es una de las grandes potencias mundiales y, sin embargo, apenas sabemos nada de él, se queja. Oriente no interesa; Irán, tampoco. Pero la distancia no existe, solo es emoción.
El deseo de conocimiento es un poderoso motor para emprender un viaje. Ese fue el caso del historiador Michael Jacobs, quien tras un encuentro fortuito con un anciano García Márquez, decidió atravesar Colombia navegando el río Magdalena, desde su desembocadura en Barranquilla a su origen en los Andes. Así nació El ladrón de recuerdos (La línea del Horizonte), el relato de un viaje que combina la magia macondiana de las aldeas ribereñas con un paisaje moral arrasado por las FARC.
De un entorno casi mítico saltamos a otro dolorosamente real, el del vasto territorio estadounidense, de la mano de uno de los fundadores de la ecología actual. En el verano de 1869, John Muir hizo su primer viaje largo a Yosemite, en compañía de un rebaño de ovejas y un pastor, hacia los altos pastos de la Sierra. Allí nació su amor por la naturaleza y su vocación, que le llevaría a dedicar el resto de su vida a su defensa. Mi primer verano en la sierra (Relee) es el diario que mantuvo durante esos días del verano, uno de los textos fundacionales del ecologismo moderno que habla de la vida salvaje y la vegetación.
Mucho había cambiado Estados Unidos casi un siglo después, cuando en 1960 John Steinbeckemprendió sus Viajes con Charley (Nórdica). Acompañado por su perro, recorrió más de 16.000 kilómetros por 34 estados a bordo de su autocaravana Rocinante. Durante el viaje conversó con camioneros y campesinos, sintiendo los miedos y las esperanzas de sus compatriotas.
Hoy en día, el turismo de la naturaleza es una práctica en auge, pero cuya realidad está muy lejos de la de pioneros como Muir o Thoreau. Una opción popular es mezclar naturaleza y deporte, como hace Ander Izaguirre en Pirenaica (Geoplaneta), donde reúne las crónicas de su viaje en bicicleta por la cordillera que separa España y Francia. Montañas mágicas, un pueblo de pescadores chiflados, una guerra que empezó por una señal de Stop y otra que acabó por tres vacas, un país enano entre montañas gigantes… todo cabe en este cruce de humor e ingenio que recorre sobre el terreno y a través de la historia esta compleja tierra fronteriza.
Y es que también se puede viajar a través de la historia, lo que permite conocer las grandes civilizaciones del pasado. Esa es la ambición del periodista e investigador Mario Agudo en Atenas. El lejano eco de las piedras (Confluencias) un documentado recorrido por la ciudad más luminosa de la Grecia clásica. Desde la mítica cima de la Acrópolis, la mirada de Agudo nos evoca las verdes colinas de las musas y las ninfas, los restos del Ágora antigua limitada por el Areópago,la Biblioteca de Adriano, las refrescantes praderas del Iliso… Así, nos propone entender estas ruinas como el testimonio material de un legado inmaterial que estamos obligados a mantener vivo porque representa el fundamento de nuestra civilización.
Un viaje hasta un pasado menos remoto es el que propone Cuba. Una isla, tres continentes (Círculo de tiza), una recopilación de textos de Alexander von Humboldt y Gertrudis Gómez de Avellaneda que hilvanan dos perspectivas antitéticas de ese siglo variopinto y fascinante que fue el XIX. Ambas miradas se extienden sobre una tierra mítica para muchos, un espacio, en el que confluyen tres continentes, y cuya asombrosa belleza transformaba a quien ponía un pie en ella.
Sin embargo, referirnos a la historia no supone dejar de lado el presente. Ejemplo de ello es el trabajo de Fernando García de Cortázar en Viaje al corazón de España (Arzalia), casi un millar de páginas en las que el historiador recorre la geografía de España en busca de lo más bello que ha dado la naturaleza y de lo más original que ha desarrollado el hombre en su lento caminar por los siglos, de Finisterre a Almería.
Posiblemente uno de los motivos más inverosímiles para viajar sea el que llevó a Lawrence Osborne a la capital de Tailandia: la odontología barata. En Bangkok (Gatopardo), el escritor, que decidió afincarse en la ciudad, describe con detalle esa versión oriental de la modernidad que poco tiene que ver con Occidente. Tal vez porque Bangkok es una ciudad que no se parece a ninguna otra, por encarnar una nueva, fantasmagórica, y en gran parte aún inexplorada forma de vida.
Para cerrar el recorrido de viajes, una reflexión. O varias. Las que propone el libro del periodista Pedro Bravo Exceso de equipaje (Debate), que plantea las trampas y consecuencias del turismo. El turismo genera empleo pero este suele resultar precario y estacional. Aporta músculo a la macroeconomía pero afecta cada vez más al mercado de la vivienda. Y, sí, es muy contaminante. ¿Cuánto turismo es suficiente y cuánto es demasiado? ¿Cómo nos afecta? ¿Se puede viajar de otro modo? De todo esto trata esta especie de guía turística por el negocio turístico.