Extracto del medio de comunicación

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El columnista que sobrevive a la burbuja

Manuel de Lorenzo, Rafa Cabeleira y Juan Tallón. // Iñaki Osorio

Manuel de Lorenzo, Rafa Cabeleira y Juan Tallón. // Iñaki Osorio

Rafa Cabeleira se consolidó en el mundo del columnismo desde el anonimato. Abrió un blog «que creía que leerían la gente de mi pueblo y cuatro amigos», uno de sus artículos iniciáticos llegó a las manos adecuadas y debutó en las páginas de deportes de El País, donde escribe cada semana, con el fútbol y el Barça como excusas para relatar su modo particular de ver la vida, con un estilo divertido e inteligente, con sus historias personales como gran catalizador. Cuatro años después de aquel comienzo es una de las firmas más leídas. «Tiene talento. Escribe como piensa, con ingenio y genialidad, a fogonazos», destacó el columnista ourensano Manuel de Lorenzo ayer, en la presentación en la ciudad de «Alienación indebida» (Círculo de Tiza), una recopilación «de mis primeros artículos, no de los mejores, porque aún quiero seguir evolucionando». Fue un acto con lectores, en la librería Tanco, en el que el periodista y escritor ourensano Juan Tallón -que lleva solo en un mes tres ediciones de su última novela, «Salvaje Oeste» (Espasa)- puso su retranca habitual.

Cabeleira es de Campelo (Poio, Pontevedra, 1977), sede del negocio familiar de hostelería y un microcosmos personal que moldea el estilo directo y mordaz del autor. Es un escritor criado detrás de la barra que aun ahora, asentado en el selecto grupo de columnistas gallegos que triunfan más allá del Telón de grelos, teme que una nueva burbuja le reviente en la cara. Porque vivió el sube y baja. Abrió una tienda de armarios empotrados justo cuando se cernía la crisis del ladrillo, fue repartidor de supermercado y un efímero presentador de una televisión local que consiguió resarcirse. Ideólogo de un concurso que se llamaba «La Ruleta Mágica», Cabeleira se vengó de los jefes tras dos meses trabajando sin cobrar que le hicieron sospechar. Su madre, que asegura que de pequeño este culé confeso, amante de Cruyff y Guardiola -el entrenador prologa su libro-, era en realidad del Madrid, participó en el concurso. Ganó el bote, casualmente. Todo en Rafa parece destinado a triunfar.