“Conduzco de vuelta a casa. En el asiento del copiloto viaja mi nueva partida de nacimiento con el nombre que he elegido para mí. Son solo dos folios grapados, de color blanco roto, el sello del Registro Civil estampado en una esquina. El primer folio es una fotocopia de la partida original, rellenada a mano con buena letra hace veinticinco años, ocho meses y veinticuatro días:
«Hora de nacimiento: veinte y treinta y cinco. Día: catorce. Mes: julio. Año: mil novecientos ochenta y ocho. Sexo: hembra».
El segundo folio es la rectificación:
«En virtud de resolución registral, en expediente n.º 422/13, ha sido modificado el sexo del inscrito/a en el sentido de que es varón. El nombre del inscrito/a es el de Alejandro Albán».
Hay fechas que ordenan nuestra historia, fechas que son principios. Nos gusta poner fronteras a esa transición de contornos difusos, que tal vez ni siquiera exista. Queremos condensarla en un solo día y dejarla atrás para siempre. Un día frontera que te diga dónde está el antes, dónde el después. Pero ¿qué fecha elegir? ¿El día que lo supe?. ¿El día que empecé con la testosterona?. ¿El día de la operación? ¿O el día que empecé a escribir esto? Si tuviera que elegir, me quedaría con ese día en Santa Fe en el que crucé una rotonda por la izquierda.
Esos dos folios grapados llegaron siete días antes de coger plaza en el Hospital Sur de Granada. Nadie sabría mi secreto. Y a pesar de lo que pasó después, ese sigue siendo mi día frontera.”
Solo los valientes es un relato sobre el duelo, el reconocimiento y la dignidad, escrito con las herramientas de la mejor literatura.
«No hay nada en tu cuerpo que me diga que tú no eres tú».