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Jacobo Bergareche: «Nuestra vida era un cuento de hadas en el que, de repente, tiraron una bomba atómica»

Nací en Londres en el 76. Soy guionista y productor de series y autor de un poemario y de los libros infantiles ‘Aventuras en Bodytown’. Publico ‘Estaciones de regreso’ (Círculo de Tiza). Por Virginia Drake / Vídeo y foto: Javier Ocaña

XLSemanal. Nació en Londres…

Jacobo Bergareche. Sí, mi padre trabajaba allí para el Banco de Vizcaya y mi madre, en la Embajada de España.

XL. En 2012 mataron a su hermano menor en Angola intentando robarle. Al saberlo, su madre le pidió que escribiera algo.

J.B. Era un momento muy triste y muy confuso y ella quería que tuviéramos unas palabras de consuelo que dieran sentido a lo vivido, porque los pésames que recibíamos eran las típicas frases hechas con las que nos enfrentamos a la muerte, pero no nos consolaban nada.

XL. Escribió Estaciones de regreso, cuenta, buscando «que me devolviera algo de mi hermano, pero solo me ha devuelto algo de mí». Al final es la historia de un duelo.

J.B. Finalmente he tratado de arreglarme a mí, y mi hermano no sale tanto. Nuestra vida era un cuento de hadas en el que, de repente, tiraron una bomba atómica. Nos habíamos roto todos por dentro y traté de ir pegando los añicos con el pegamento de la narrativa. He tratado de coser algo con los escombros que han quedado.

jacobo bergareche

XL. Y en ese intento recoge en el libro recuerdos de su infancia y adolescencia, muy marcadas por el miedo a ETA.

J.B. Mi familia no encabezaba el ranking de los más amenazados; pero como esa gente tenía cara, ojos y nombre, y sabías que pululaban por ahí, la posibilidad de que vinieran a matarte hacía que la cabeza de un niño imaginara mucho.

XL. Cuenta con tristeza que tuvieron que abandonar su casa de Lekeitio.

J.B. Tuvimos que dejar de veranear allí, era un pueblo durísimo, y empezamos a ir a Cantabria; pero otros debieron abandonar la casa y la ciudad en que vivían. Comparando, fuimos víctimas muy light, pero esa situación me dio para escribir relatos, obras de teatro, guiones… Si no fuese por lo jodido que era ETA, podría decir que me dieron un buen curso de escritura narrativa.

XL. También recuerda que durmió en casa de un ganadero, en el mismo cuarto que había dormido antes Franco.

J.B. Sí (ríe). Y me contaron que aquel día habían cortado el agua en la casa, que Franco bajó a desayunar muy bien afeitado y dijo que había utilizado el agua del retrete. Supongo que sería de la cisterna, no del sitio donde habría orinado: eso hubiese sido parafilia [ríe]. Esa historia se me quedó grabada.

XL. Un amigo de su padre le dijo: «Si a los 40 no te has hecho rico, arre, borrico». ¿En su caso?

J.B. En mi caso, ¡arre, borrico! Tengo muchas más cualidades para gastarme el dinero que para ganarlo.