Oler los libros
Empecé a leer por lo bien que olían los libros. Acercaba la nariz a ellos, deslizaba sus páginas con el dedo pulgar y empezaba a imaginar. El aroma de esos trocitos de árbol, de esa agua erguida que se nutre de luz, me abría a otros mundos, me sacaban de lo profano de la primera…