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Cuba. Una isla, tres continentes reúne textos de dos personalidades singulares en los que la protagonista es la isla de Cuba. Alexander von Humboldt [Berlín 1769-1859] y Gertrudis Gómez de Avellaneda [Cuba,1814-Madrid,1873] representan dos perspectivas casi antitéticas de ese siglo variopinto y fascinante que fue el siglo XIX: la visión masculina y la femenina, la óptica de un científico y la de una artista, el pensamiento ilustrado y la inspiración romántica, razón y emoción.
Ambas miradas se extienden sobre una tierra única, geografía mítica para muchos europeos y de una belleza tan asombrosa que transformaba a quien llegara a poner un pie en la isla caribeña. Un espacio en el que confluyen tres continentes: Europa, África y América. Pero también Cuba fue uno de los últimos territorios en los que pervivió la esclavitud. Es en ese punto donde Humboldt y Avellaneda se dan la mano, en la denuncia sin paliativos de una institución que en ya en ese momento empezaba a ser repudiada por parte de humanistas e intelectuales.
Humboldt es el ejemplo del científico ilustrado, considerado uno de los padres fundadores de la ciencia geográfica. En su Ensayo Político sobre la isla de Cuba, el autor destila todo el apasionamiento de sus ideas progresistas, su confianza en el avance de la civilización y las ideas del humanismo, como heredero y tal vez último representante del pensamiento ilustrado.
Gómez de Avellaneda, una de las precursoras de la novela hispanoamericana, fue valorada en su época como una de las figuras clave del romanticismo. Los capítulos de su novela de juventud, Sab, que se incluyen en este libro, tienen el mérito de dar voz a la mujer de su época, consiguiendo que la figura femenina vertebre una historia de defensa de los derechos humanos.
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