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“Hace poco que regresé a Galicia. Supongo que uno se va para volver y es precisamente ese el sentido de marcharse. Ahora vivo en una aldea despoblada en el interior despoblado de un país despoblado. Vine a esta aldea sin vecinos porque, aunque me gustan las personas, también me molesta su compañía. Encontré esta casa. O ella me encontró a mí, porque fue todo sencillo y rápido, como en los buenos amores. En la intimidad de una vida silenciosa, lo útil nos habla mejor Las cosas cotidianas, las del trajín en la cocina, las herramientas del huerto, la ropa con la que uno envejece, tienen esa misión de compañía, han sido hechas para hacer la vida fácil. Y es aquí donde nos hablan en un lenguaje más sencillo y más próximo. Son, además, cosas hermosas, porque todo lo útil es también hermoso.
Hay algunas cosas con las que nos cruzamos para largo. Ellas y nosotros lo sabemos. Cuanto más las usamos, más las amamos. Este librito es un conjunto de amores. Aquí están cien objetos a los que acompaño. Cien objetos a los que quiero de una manera profunda y transparente. Los acompaño porque ellos estaban antes que yo y seguirán estando cuando me vaya. Son herencias y serán herencias de mercancía o de trapero, porque las vidas terminan en los cementerios y también en los rastrillos.”
Todos tenemos nuestros objetos favoritos y queremos a las cosas. Quizá porque la vida va de querer.
Es urgente que lo bien hecho no cambie. _Carlos Risco
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