Una casa para matarse
El calor hace de la rue Saint-Benoit una serpiente recién nacida de gelatina. Veo vibrar París desde el Café de Flore, mientras bebo, leo y a veces escribo. «Write drunk, edit sober», decía Hemingway, que, una vez, en los lavabos del restaurante Michaud, en la rue Jacob con Saints-Peres, aprobó el tamaño de la polla…