Alfredo, un periodista desencantado, recibe desde Uruguay donde ejerce de corresponsal, la noticia del suicidio de su amigo Juan Vega, su maestro y mentor y una de las últimas figuras relevantes del periodismo, profesión que se deshace entre la irrelevancia y la manipulación.
¿Por qué se suicidaría alguien que había hecho de la búsqueda de la verdad el centro de su vida? ¿Qué oscuras maniobras de los centros de poder le llevarían a tomar esta decisión irreversible?
El protagonista se empeña en la búsqueda de respuestas y para ello se enfrentará a una maraña de corrupción e intereses económicos, tejida por poderosos empresarios y políticos que manejan en la sombra el destino de todos. Una trama frenética con final inesperado, en la que nada es lo que parece, y lo que es peor, a nadie le importa.
De fondo, el derrumbe de los medios de comunicación, el llamado Cuarto Poder, aplastado por las sucesivas crisis del papel, el abandono de las audiencias televisivas, la explosión digital y las redes sociales que imponen la dictadura del click. Una información a la búsqueda de titulares sensacionalistas, donde la verdad depende de los contratos publicitarios con que empresas e instituciones riegan a los medios obedientes.
“¿Qué me ha dado el periodismo? Un sueldo a final de mes, algunos confidentes que se olvidarán de mí en el momento en el que dimita o me despidan, un teléfono al que llegan mensajes día y noche y un grupo de compañeros que terminan los días con la lengua fuera.
De momento el periodismo es ese extraño negocio que se dedica cada día a difundir a la población las mil y un formas diferentes de las que podría morir, y que se hace eco de cada incendio que sucede en las redes sociales, por muy intranscendente que resulte.
Mientras tanto, sirve y rinde culto a los de siempre. A ese selecto grupo de intocables.”