Chicos, ya lo tengo
Cuando el director Ernst Lubitsch necesitaba una idea buena de verdad, se iba al retrete. Se tiraba allí un rato y volvía con algo brillante. «Chicos, ya lo tengo», decía. Cuenta Billy Wilder que había escrito una comedia romántica para él, treinta, cuarenta páginas de un guión bastante laborioso. Cuando Lubitsch lo leyó, no le…