Entradas del blog

Enfadarse

La otra tarde nos enfadamos. Ella me dijo una cosa, yo le dije otra, y al final nos distanciamos. Me fui. Conduje varias horas. Aparqué en un arcén, miré vuelos para irme a otra ciudad. Vi la cartelera del cine. Lavé el coche. Pensé en no volver. Pensé un buen rato en cómo sería mi…

El proceso

Cuando veo por la calle a un cura o a un barbero me pongo rápidamente a la defensiva. Me pregunto si no irán camino de casa a quemarme las novelas subrayadas. Serán tonterías. Quizá es que me estoy rarificando con la edad. Donde antes intuía lo prosaico ahora simplemente sospecho. De pronto imagino que gente…

¡Qué sabe nadie!

La vida instantánea. Sé que no produzco mucho. Sé que no me estoy portando bien con el sistema. Intuyo que así no llegaré muy lejos. No me querrá muy pronto nadie. Mantengo cualquier esfuerzo a raya, a nivel del mar. No tendré una pensión digna porque me lo estoy currando poco. De todos modos hay…

Niños que no entienden nada

Llevar una vida sencilla. Alejada de las ambiciones. De las exhibiciones. De la ansiedad de los grandes éxitos. Una vida sencilla, sin demasiada prisa, sin acelerones, con espacios para pensar, para conversar, para mirar los detalles, para tomar consciencia del camino. Para mirar a los ojos. Para tocar al otro, abrazar al otro. Una vida…

Cambio de mentalidad

El verano envalentona. Rejuvenece como las cremas de la tele. Simula que te alarga la vida. Relaja tus miedos, tus debilidades. Perfecciona tu sistema innato de holgazanería, te da confianza como los vecinos de siempre y una tarde de esas en las que el sol hila su bola de reflejos azafrán sobre el mar, de…

Una casa para matarse

El calor hace de la rue Saint-Benoit una serpiente recién nacida de gelatina. Veo vibrar París desde el Café de Flore, mientras bebo, leo y a veces escribo. «Write drunk, edit sober», decía Hemingway, que, una vez,  en los lavabos del restaurante Michaud, en la rue Jacob con Saints-Peres, aprobó el tamaño de la polla…

Barbería

Bajo a cortarme el pelo cerca de casa. A quitarme la barba. Cuando me enjabona el cuello me acuerdo siempre del cuento. Especialmente cuando la navaja sube y baja por la garganta y hace sus pausas por el territorio de la yugular. Una distracción y estoy perdido, pienso. Mientras la navaja hace su peregrinación por…

La Dominga

Mi abuela La Dominga le llevaba todos los días la comida a su hermano soltero. Desayuno, almuerzo y cena. Cogía la cesta, metía la olla y la tapaba con un paño de esos de cocina de toda la vida. De esa generosidad, de esa humildad, que viene de humus, de tener los pies bien anclados a la tierra,…

Nunca me dijo que me quería

Me gusta acompañarla a la cama. Cerrar las persianas. Apagar el ambientador. Entornar la puerta blanca que barnizamos al principio de llegar a esta casa. Me gusta protegerla sin que se dé mucha cuenta. Amar sirve para anestesiar la pena. Alejar el fin de las cosas. Hacer de la vida algo más bello. Darle a…

Más se parece a lo mismo

Ninguno dice la palabra amor. Ninguno habla ternura. De perdón. Es horrible oírlos al mediodía, por las mañanas o por las noches. Pudren los sueños, las esperanzas si acaso ya las hubiera. Es una deshumanización que duele, que te arrasa, que abre en ti un desasosiego. Es terrible que no salga de sus bocas un…